ríete,
mucho;
ríete tanto que duela.

lunes, 28 de mayo de 2018

Lo siento.

No podría decirte nada más sincero que lo siento.
Porque lo siento tanto
y tan fuerte,
que no te haces una idea de cuánto lo siento,
ni de cómo.

Sé que llegaste de casualidad,
pero ahora que estamos solas
tengo que admitir
que siempre te busqué.
Que siempre te quise,
aunque no lo supieras,
aunque yo no supiera que tú
y yo,
que nosotras
seríamos capaz de encajar de una forma tan bonita.

Hoy he vuelto a despertarme
mirando al otro lado de la cama,
como cuando no estás.
Ya sabes,
siempre después de haberte ido.
Y es curioso,
porque cuando te quedas
no lo dudo,
nunca miro;
y cuando sé que no estás
sigo con la esperanza de encontrarte al otro lado.

Sabrás también que esto no va a cambiarnos,
que siempre quise que volaras
y que espero cada día
que sigas queriendo hacerlo conmigo;
porque contigo llego alto,
tanto mi vida,
que he dejado de tener vértigo a las alturas
porque me he acostumbrado a estas vistas.

Al contigo,
al no sin ti.
A las manos encajando,
y a los besos antes de ir a dormir.
A tu forma de aguantarte la risa,
y a la mía cuando te veo venir.

Sé que me explico fatal,
que nunca conseguiré entender porque tú
si yo nunca merecí este amor tan fuerte;
si me había proclamado desastre
en la vida de cualquiera
y el huracán en todo su esplendor.
Que nunca entendí por qué quisiste meterte aquí,
ni tampoco me quedarán palabras para agradecerte
todos los días que me regalas
sin darte cuenta.

Así que lo siento.
Sin pedir perdón.
Sin apuros.
Sin prisas.
Con muchas ganas.
Muchas noches.
Y restando días para seguir sumándolos contigo.

Lo siento mi vida,
porque
cómo cojones no iba a hacerlo si nunca nadie me había mirado así.