ríete,
mucho;
ríete tanto que duela.

miércoles, 25 de octubre de 2017

Dentro de mi.

Si me quedaran cosas por decirte seguramente no estaríamos hoy aquí.
Si me quedaran cosas por decirte
sé que habría ido a buscarte.

No puedes culparme por no quererte
como te quise,
porque fuiste tú
quien se fue
dejando la puerta entreabierta
esperando ver quién iba detrás.

Así que dejé de quererte
de la misma forma
en la que me arrancaste
parte de lo que era
para llevarte un recuerdo de esto.
Recuerdos,
para qué
si ahora solo somos dolor
de algo que nos llenó de felicidad.

Para qué,
si ya no te quiero
ni me quiero de menos,
si ya solo nos echo de más.

Ya no nos quedan excusas para creer en algo
que no fue de nadie más,
y que tampoco lo será.
Que fue nuestro
tan poco,
y a la vez tan nuestro,
que al final dejaste pasar a los invitados
y hubo gente de más.

Y no hablo de tiempos o de intensidad,
tengo que serte sincera,
hace días que no recuerdo ni en qué lado de la cama dormías
y tengo tanta pena dentro
que voy diciendo por ahí que no te tengo
ni quiero hacerlo
para ver si llego a creérmelo de verdad.

Ya sé qué vas a decirme,
que no tiene sentido
pero,
cariño
en realidad
tú y yo nunca lo tuvimos.
Ni lo nuestro.
Fuimos una mezcla de agua y aceite que intentó fundirse
y acabó más separada.

Fuimos el salvavidas
y, aun así
nos hundimos con el barco
por la cabezonería de no querer bajar.

Fuimos un capricho que se coló dentro
llamando a la puerta
y acomodándose en el sofá;
y aunque ahora no sirva de nada
ni sea
ni quede más que rebuscar,
menudo día
aquel
en el que nos decantamos por intentarlo de verdad.