Tampoco sé si me quedan fuerzas.
Llevo demasiado tiempo yendo contra corriente
en algo que pensé
que me haría dejarme llevar.
Y ya no tengo ganas,
ni de tirar de ti
ni de mí,
ni de esto.
Me he cansado de sentirme el estorbo
de ser dos
y nunca complementarse
para acabar siendo uno.
Y ya no quiero,
quedarme para seguir viendo
como se consume
lo poco que construímos
a base de esperanzas
y que nos encargamos de romper día día.
No quiero quedarme para ver como perdemos
porque no lo soportaría.
Puedes llamarme cobarde,
me lo merezco;
irse antes de haberlo intetando
tiene el mismo mérito que no conseguirlo,
o sea
ninguno.
Pero ten en cuenta también
que siempre estuve
y aun así
nunca terminaste de verme.
Igual nos equivocábamos
y nos estábamos empeñando en ser
algo
que no podía ser.
Que no cuadraba.
Que solo iba a doler.
Igual solo fuimos la ilusión óptica
de dos personas
que se quisieron
incondicionalmente,
pero solo un ratito.
Y sabes de sobra que yo nunca fui de quedarme a medias,
que era ahora o nunca
y acabó por no ser
para siempre.