ríete,
mucho;
ríete tanto que duela.

jueves, 4 de enero de 2018

Media vuelta.

Tampoco sé si me quedan fuerzas.
Llevo demasiado tiempo yendo contra corriente
en algo que pensé
que me haría dejarme llevar.

Y ya no tengo ganas,
ni de tirar de ti
ni de mí,
ni de esto.

Me he cansado de sentirme el estorbo
de ser dos
y nunca complementarse
para acabar siendo uno.

Y ya no quiero,
quedarme para seguir viendo
como se consume
lo poco que construímos
a base de esperanzas
y que nos encargamos de romper día día.
No quiero quedarme para ver como perdemos
porque no lo soportaría.

Puedes llamarme cobarde,
me lo merezco;
irse antes de haberlo intetando
tiene el mismo mérito que no conseguirlo,
o sea
ninguno.
Pero ten en cuenta también
que siempre estuve
y aun así
nunca terminaste de verme.

Igual nos equivocábamos
y nos estábamos empeñando en ser
algo
que no podía ser.
Que no cuadraba.
Que solo iba a doler.

Igual solo fuimos la ilusión óptica
de dos personas
que se quisieron
incondicionalmente,
pero solo un ratito.
Y sabes de sobra que yo nunca fui de quedarme a medias,
que era ahora o nunca
y acabó por no ser
para siempre.