ríete,
mucho;
ríete tanto que duela.

sábado, 29 de septiembre de 2018

Mi faro.

Estoy anclada.

Creo que llevo tanto tiempo peleando
que he perdido las fuerzas para seguir tirando de un barco que ya no sé a donde va,
pero sabiendo donde querría que estuviera.

Creo que por miedo a perder
he terminado por hacerlo
y ahora todo lo que hay aquí me da miedo
porque me veo sola.
Y sigo dándole vueltas
y no entiendo en qué momento
pisé en el lado equivocado y he echado todo esto por la borda.
Pero sé que es culpa mía,
lo llevo dentro.
Tú creerás que no
y yo te diré que llevo meses machacándome tanto con querer hacerlo bien
que he acabado por creerme que no puedo conseguirlo,
porque no veo resultados.
No te veo a lo lejos.
Ya no hay faro.

Estoy anclada.

Ahora me he quedado quieta,
llorando,
sin tener ni puta idea de a donde ir
porque ni me encuentro,
ni te encuentro a ti.
Te fuiste despacio,
dejando la puerta abierta
por si me daba por salir a buscarte
y tuve tanto miedo...
dolías tanto...
que cuando salí a hacerlo era demasiado tarde.
Y ya no éramos,
porque habíamos cambiado.
Tú habías crecido
y yo...
yo seguía sintiéndome pequeña a tu lado.