ríete,
mucho;
ríete tanto que duela.

sábado, 13 de enero de 2018

Abre el baúl.

Tengo la sensación de que tengo muchas cosas que decir y no sé cómo empezar.
Creo que me he perdido porque no recuerdo cómo era. Y sé que me echo de menos. Sé que me he ido a alguna parte y no me encuentro. Que me llamo y no respondo.

Quise levantarme con tanta fuerza que me dejé trozos abajo y ahora estoy incompleta.

Sé que no estoy porque me miro al espejo y no me reconozco. Hace tiempo que sé que no estoy aquí y no he querido verlo. Quise hacerme de piedra y acabé enterrando la parte mas pura de mí. La más real. Y ahora no sé qué soy.
No sé qué queda aparte de un mar de dudas de lo que me toca hacer ahora. Porque no quiero esperarme.
Quiero volver con toda la fuerza del torbellino que era y la experiencia de todo lo que he sido hasta ahora. Quiero remediar errores que no cometí pero que achaqué míos. Quiero volver. A doler, a reírme de la herida. A machacarme por no querer lo suficiente y acabar haciéndolo. Quiero perderme y aprender a pedir ayuda. Quiero escribir y seguir desahogándome entre un millón de papeles y que nadie entienda nada. Quiero encerrarme y lamerme las heridas. Y quiero querer, tan fuerte, con tantas ganas y tanta intensidad que hasta me duela.

Echo de menos el dolor de sentir que estoy viva.

Y tengo la sensación de que me estoy llamando, que me escucho a lo lejos. Que estoy llegando. Que queda poco, porque es hora de volver a entregarme a la única persona que ha sabido quererme y matarme a partes iguales. Yo.

Y estoy deseando abrazarme. Porque me echo de menos. Y sentirlo. Sentirlo sin tener que pedir perdón de antemano. Sentirlo como si fuera la última vez. Y despedirme.
Porque estoy volviendo pero sé que parte de lo que soy ahora va a marcharse. No hay sitio para dos y yo me quiero de vuelta.
Me ansío.
Porque me quiero,
y no pienso volver a irme.

jueves, 4 de enero de 2018

Media vuelta.

Tampoco sé si me quedan fuerzas.
Llevo demasiado tiempo yendo contra corriente
en algo que pensé
que me haría dejarme llevar.

Y ya no tengo ganas,
ni de tirar de ti
ni de mí,
ni de esto.

Me he cansado de sentirme el estorbo
de ser dos
y nunca complementarse
para acabar siendo uno.

Y ya no quiero,
quedarme para seguir viendo
como se consume
lo poco que construímos
a base de esperanzas
y que nos encargamos de romper día día.
No quiero quedarme para ver como perdemos
porque no lo soportaría.

Puedes llamarme cobarde,
me lo merezco;
irse antes de haberlo intetando
tiene el mismo mérito que no conseguirlo,
o sea
ninguno.
Pero ten en cuenta también
que siempre estuve
y aun así
nunca terminaste de verme.

Igual nos equivocábamos
y nos estábamos empeñando en ser
algo
que no podía ser.
Que no cuadraba.
Que solo iba a doler.

Igual solo fuimos la ilusión óptica
de dos personas
que se quisieron
incondicionalmente,
pero solo un ratito.
Y sabes de sobra que yo nunca fui de quedarme a medias,
que era ahora o nunca
y acabó por no ser
para siempre.