ríete,
mucho;
ríete tanto que duela.

sábado, 18 de abril de 2020

Ocho meses.

Ocho meses. Ocho meses han pasado desde que he sido capaz de volver aquí. A donde tantas veces abrí la herida y eché sal. Donde tantas veces grité durante tantos años.

Ocho meses en los que no he sido capaz de abrir la puerta que me encontré en medio del túnel. Que me quebró la cabeza porque no llegué a entender ni las preguntas. 
Me había perdido. 
Joder, me había perdido 
...otra vez. 
Solo que esta vez la sensación era distinta. No había palabras. Era un silencio tan intenso, 
tan fuerte,
que echaba de menos el ruido. 
El caos.
El mismo que tiró de mí hasta que vi la puerta. Hasta que miré a mi alrededor y me vi sola. Hasta que no quedó nadie más que yo, y no me bastó.

Llevaba tanto tiempo ignorándome que no supe ni entenderme. Ni mediar palabra. Ni pedirme perdón.

Ocho meses he tardado en analizar las preguntas que debía hacerme y empezar a buscar respuestas. Ocho meses para aprender a mirar a través de ventanas y cristaleras y no solo de frente. Aprendiendo que no siempre tiene que ser hacia delante, que existen todos los caminos que queramos tomar porque somos dueños de nuestro tiempo. De nuestro destino. De nosotros mismos. 

Y ahora que estoy empezando a ordenar todas las letras que tenía atragantadas he descubierto un cajón donde guardaba todas las charlas contigo. Todas las cartas. Todos esos "estoy aquí" que no quería entender porque me empeñé en librar sola una batalla sin pensar que siempre hace falta un equipo para luchar. Y tú siempre fuiste el mío. 

He tenido tanta rabia dentro, pero tanta... que he agarrado el pomo de la puerta tan fuerte y con tanta ira que he partido todo lo que estabas cuidando por mí. Todo lo nuestro. Todo ese amor que un día nos había llegado, tan bonito, tan bueno. Así que aquí me tienes, ocho meses después, porque en el fondo no podía ser de otra forma contigo. 
Siempre supe que teníamos que ser.

Y ahora que me estoy encontrando, 
que sigo hacia delante,
no puedo evitar pensar que una parte de mí se ha quedado atrás,
esperándote;
cinco minutos más y los que hagan falta,
apostando a la misma carta de siempre
y con el corazón en un puño listo para entregártelo
porque es tuyo.
Siempre va a ser tuyo. 

Siempre tuya.