Si
pudiera me pasaría el resto de mi vida agradeciéndote haber aparecido, aunque
repitas mil veces que fue de casualidad.
Si
te tuviera delante te pediría que al mirarme no pestañearas, que me gusta
cuando puedo verme reflejada justo ahí. Que me veo mejor persona. Gracias a ti.
He
descubierto una parte de mí que había dejado apartada y que echaba de menos. El
puzle vuelve a estar completo, y es gracias a ti. A tu insistencia en querer
mejor, y a la mía de dejarme hacer. A las tardes de relax, las noches creando
amaneceres descubriendo un poquito de mí y de ti, y, además, a tu risa. A esa
que tanto odias y que te sale de casualidad cuando algo te sorprende de
repente. A tu mal genio a la hora de aceptar que hay veces que nadie tiene
razón, por mucho que suene irónico.
No
lo entiendes, pero sé que soy mejor persona cuando te veo sonreír a escondidas
antes de irnos a dormir. Cuando te enfadas y aun así no eres capaz de mirarme a
los ojos por miedo a perder la compostura, y la razón.
Me
has convertido en mejor persona porque alguien como tú solo podía traer pros a
todos los contras que tenía a mi alrededor. Y, mi amor, cómo agradecerte cada
parte de este puzle que hemos creado sin saber cómo, y que tengo miedo a que se
rompa. Como devolverte todo lo que me has regalado sin querer, y sin darte
cuenta. Cómo voy a hacerlo sin decirte la palabra que tanto odias y que
necesito que escuches cada día. Que te quiero como la gente ya no quiere. Que
los nudos han dejado de ahogar y que ahora gracias a ti respiro.
Esta
noche no quiero mentirte, mi amor, porque es hora de que diga en voz alta que
llevo meses enganchada a esa sonrisa, y a tu manía de no querer enseñarla. No
quiero peros que me quiten la posibilidad de decirte que te quiero, así, sin
más. Y quiero que entiendas que me muero de ganas de que te dejes llevar y
darme la mano para caminar contigo, sin miedos, sin pasado, sin más. Y cuando
no puedas más me gustaría mirarte para decirte que desde que te vi supe que
tenía que ser así, sin mediar palabra. Pocas palabras bastan, lo sabes, desde
el principio.
Ahora
quiero mirarte,
y
después;
tal
vez mañana
bajar
la mirada sabiendo que,
de
casualidad,
seguirás
mirándome de reojo
casi
sin
querer.