ríete,
mucho;
ríete tanto que duela.

martes, 21 de agosto de 2018

8118

Sé que hace tiempo que no nos vemos,
que no paro de decirte que te echo de menos
y que los días empiezan a tener horas de más
desde que no estás aquí.

Lo pienso y contigo tuve
y tengo tanta suerte...
De encontrarte aquí,
al otro lado del camino
mirándome como si nunca hubieras tenido dudas de que podía ser
y esperaras a que yo me diera cuenta.

Perdóname.
Tenía miedo de apostar
y perderme entre tantos rotos
otra vez.
Aunque con el tiempo
llegó a un punto
en el que no supe no apostar por esto,
no dejarme llevar,
no ser feliz a tu lado;
no ser contigo.

Así que aquí me tienes,
gritándole al mundo que te echo de menos,
que te quiero cerca
durante mucho tiempo
sin miedo a lo que venga,
porque contigo siempre hay planes de suerte,
ases bajo la manga,
y días grises siendo trece
y martes;
que no han podido con nosotras.

Hoy quiero decirte,
a ti,
que no te haces una idea de lo feliz que soy gracias a todo esto.
A esta bonita casualidad,
a la serendipia.
A ti mi vida,
por dejarme formar parte de la tuya
y por conseguir que te regalara la mía
sin peros,
sin miedos,
sin nadie más.
Nadie más que nosotras.

Hoy estoy aquí para que te des cuenta
de que no hay dudas,
y de que nunca las hubo.
Que siempre se trató de ti y de mí
y que no pienso perder todo esto que hemos ido construyendo día a día.
Que esto ya es nuestro mi amor,
y nadie puede quitárnoslo.
Ni los lugares
o estaciones.
Ni las fechas
y días.
Ni los besos...

Hoy mi amor...
hoy puedo decir
que empecé este viaje de casualidad
y que mi mayor acierto
fue hacerlo contigo.


miércoles, 1 de agosto de 2018

Días grises.

Hoy me he permitido volver a preguntar por ti.

Con un par de copas de más 
y quizás unas cuantas preguntas
de las que aún 
no sé si quiero respuesta.

Dios mío como te echo de menos,
no lo sabes bien,
nadie lo sabe.

Sigo teniendo miedo a preguntarme
qué siento;
si es que todavía queda algo aquí 
de ti
que pudo ser de dos. 

Dios mío como nos echo de menos,
las velas consumidas
los pósters en la pared
y las sonrisas.

Seguimos pensando que no se puede
cuando en realidad
siempre pudimos,
solo que
a nosotros
nos daba demasiado miedo caer
y optamos por tirarnos,
así la caída dolería menos.

Qué mentira.

Y me estoy cansando de hablar de pedazos
y rotos
porque nada cambia;
mi amor,
ni siquiera esto cambia,
todo lo que
sentimos
algún día.

Y hoy, que me he permitido volver a preguntar por ti.
Hoy.
He vuelto a abrir los ojos
para ver
que sigues sin estar ahí.